Hidratación con sabor a venganza

Esta semana ocurrió algo que me pareció demasiado interesante como para no comentarlo. Dos marcas completamente distintas, Babaria (cosmética) y KFC (comida rápida), protagonizaron uno de los cruces publicitarios más creativos del año. Una acción que empezó como una simple lona en Madrid acabó convirtiéndose en una lección de marketing sobre cómo reaccionar ante una interrupción… y brillar más que nunca.

Babaria había lanzado su campaña global “Descaradamente Effective, protagonizada por una gran lona en la Avenida de América. El objetivo era claro: visibilizar la eficacia de sus productos faciales, con un diseño limpio y directo.

Pero lo inesperado llegó cuando KFC y Fiesta (la marca de los caramelos Fresquito) intervinieron esa misma lona con una acción de street marketing: la “decoraron” con dibujos infantiles de muslos de pollo, promoviendo su nuevo caramelo con sabor a pollo frito. Un producto pensado para romper moldes… y menuda forma de anunciarlo.

 La respuesta brillante de Babaria

En lugar de protestar, Babaria contraatacó con elegancia y creatividad. Publicó un vídeo usando tecnología FOOH (Fake Out Of Home), en el que uno de sus limpiadores “borraba” digitalmente los dibujos, demostrando de forma muy visual la eficacia del producto. Sin una sola palabra ofensiva, la marca se apropió del relato y salió fortalecida, capitalizando la atención que inicialmente no buscó.

 ¿Qué consiguió cada marca? Análisis del impacto

Desde una mirada como periodista de marketing, esta campaña tiene mucho jugo:

  • Babaria se posicionó como una marca ágil, con sentido del humor y fiel a su promesa de eficacia. No solo no perdió protagonismo, sino que lo multiplicó en redes sociales, especialmente en TikTok e Instagram, donde su respuesta se viralizó. La acción reforzó su identidad de marca: moderna, resolutiva y “descaradamente” eficaz.

  • KFC y Fiesta, por su parte, obtuvieron exactamente lo que buscaban: romper el scroll. La intervención fue tan disruptiva como llamativa, alineada con el tono irreverente y juvenil de ambas marcas. El nuevo Fresquito con forma de muslo de pollo se ganó un lugar en la conversación digital —y eso, en marketing, es oro puro.

 ¿Y el consumidor?

Esta “guerra publicitaria” no generó rechazo, sino lo contrario: engagement puro. La audiencia disfrutó de la creatividad de ambas partes, lo que incrementó el recuerdo de marca y potenció la conexión emocional. Para un consumidor acostumbrado a los mismos mensajes de siempre, esta historia fue refrescante, divertida y… muy compartible.

Lo que podría haber sido un sabotaje acabó siendo una clase magistral de cómo las marcas pueden usar la creatividad —y hasta los imprevistos— para reforzar su storytelling. Esta campaña nos recuerda que, en el marketing actual, no siempre gana quien grita más fuerte, sino quien responde con más ingenio. En una lona se cruzaron dos mundos distintos, pero ambos salieron ganando. Y eso, amigos, es lo que hace grande a la publicidad.

Me despido por ahora, chicos y chicas. Esta ha sido mi última publicación (por el momento) y solo quiero daros las gracias por haber estado al otro lado. Espero que hayáis disfrutado y aprendido un poquito más sobre el marketing en moda y cosmética, y quién sabe… quizá volvamos a encontrarnos pronto en algún otro proyecto bonito. 💖
Hasta entonces, ¡nos vemos entre ideas, tendencias y mucha creatividad!

Adióss!!!

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